martes, 4 de febrero de 2020

Presentación del Señor 2 2 2020


Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, luz Santísima que limpias lo que está manchado en nuestras almas, infunde en nuestros corazones el deseo de tener el alma limpia y ayúdanos a luchar para evitar lo que mancha el alma. Amén

Del Evangelio según San Lucas
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.»
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma»

Preguntas para meditar el Evangelio
¿Qué hacían la Virgen y San José en el Templo de Jerusalén?
¿Por qué…, si la Virgen era Inmaculada y el Niño era el Hijo de Dios? ¿Qué sentido tiene?
¿Cuánta gente habría en ese momento en el Templo de Jerusalén? ¿Cuántos se dan cuenta de que es el Mesías, el Hijo de Dios?
¿Qué dice del Niño el anciano Simeón?

Preguntas para el examen
Si me cuesta por vergüenza, por pereza, o porque tengo poca fe pedir perdón a Dios en el Sacramento de la Confesión… ¿acudo a la Virgen para que me ayude a pedirle a Dios que limpie mi alma?
¿Acudo a la Virgen para que me ayude a ofrecerle a Dios eso que veo que me pide, pero que me cuesta darle?
¿Me pongo en las manos de la Virgen para que Ella me ayude a ir al Cielo? ¿Rezo de vez en cuando alguna oración de Consagración a la Virgen?
¿Le pido al Espíritu Santo que me ayude a ver a Dios en el estudio, en el deporte, con los amigos, en la calle…?
¿Le pido a Jesús luz para tomar las decisiones importantes de mi vida? ¿Le pido su luz… que de sentido a una enfermedad, al fallecimiento de un familiar… a una mala noticia o a una contradicción?

Texto para la Oración
De una Consagración a la Virgen del Papa Juan Pablo II
Virgen María, Madre mía, me consagro a ti y confío en tus manos toda mi existencia.
Acepta mi pasado con todo lo que fue, acepta mi presente con todo lo que es, acepta mi futuro con todo lo que será.
Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto soy, todo lo que he recibido de Dios.
Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.
Deposito en tus manos mi libertad; mis ansias y mis temores; mis esperanzas y mis deseos; mis tristezas y mis alegrías.
Custodia mi vida y todos mis actos para que le sea más fiel al Señor y con tu ayuda alcance la Salvación.
Te confío ¡Oh María!, mi cuerpo y mis sentidos para que se conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma para que Tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya; hazme conforme a Cristo, ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud, para que tu me ayudes a no envejecer en la fe.
Te confío mi capacidad y deseos de amar; enséñame y ayúdame a amar como Tú has amado, y como Jesús quiere que se ame.
Te confío mis incertidumbres y angustias, para que en tu corazón yo encuentre seguridad, sostén y luz, en cada instante de mi vida.
Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección comporta, y te prometo, con la gracia de Dios y con Tu ayuda, ser fiel al compromiso asumido,
¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta, dispón de mí, y de todo lo que me pertenece, para que camine siempre junto al Señor bajo tu mirada de Madre.
¡Oh María!
Soy todo tuyo y todo lo que poseo te pertenece ahora y siempre.

¡Amén!

martes, 21 de enero de 2020

2 TO A 2020


Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, que te mostraste en forma de paloma al ser bautizado Jesús y descendiste sobre Él. Sé que descendiste también sobre mí el día de mi bautismo. Ayúdame a tomar como modelo de mi comportamiento a Jesús. Así sea.

Del Evangelio según San Juan
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».

Preguntas para entender el evangelio
¿Quién era San Juan Bautista? ¿Cómo se describe a sí mismo en este evangelio?
¿Cómo describe a Jesús? ¿Qué misión tenía y tiene Jesús?
¿Qué pasajes recuerdas en los que aparece Jesús quitando el pecado?
¿Cómo quita Jesús el pecado del mundo?

Preguntas para el examen
¿Acudo a Jesús, para que me ayude a vencer las tentaciones?
¿Recibo con frecuencia el Sacramento de la confesión, pues sé que sólo Él puede quitar los pecados de mi alma?
¿Soy consciente de que, como a San Juan Bautista, mi bautismo me ha convertido en testigo de Jesús? ¿Cómo hago para que mis amigos se acerquen a Jesús?

Texto para la meditación
Del Papa Francisco, 15 de enero de 2017.

Queridos hermanos y hermanas: En el centro del Evangelio de hoy (Jn 1, 29-34) está la palabra de Juan Bautista: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). Una palabra acompañada por la mirada y el gesto de la mano que le señalan a Él, a Jesús.

Imaginemos la escena: estamos en la orilla del río Jordán, Juan está bautizando; hay mucha gente, hombres y mujeres de distintas edades, venidos allí, al río, para recibir el bautismo de sus manos.

Juan predica que el Reino de los cielos está cerca, que el Mesías va a manifestarse y es necesario prepararse, convertirse, comportarse con justicia. Esta gente venía para arrepentirse de sus pecados, para hacer penitencia, para comenzar de nuevo la vida. Él sabe, Juan sabe, que el Mesías, el Consagrado del Señor ya está cerca, y el signo para reconocerlo será que sobre Él se posará el Espíritu Santo; de hecho Él llevará el verdadero bautismo, el bautismo en el Espíritu Santo (cf. Jn 1, 33).

Y el momento llega: Jesús se presenta en la orilla del río, en medio de la gente, de los pecadores –como todos nosotros–. Es su primer acto público, la primera cosa que hace cuando deja la casa de Nazaret, a los treinta años: baja a Judea, va al Jordán y se hace bautizar por Juan. Sabemos qué sucede –lo hemos celebrado el domingo pasado–: sobre Jesús baja el Espíritu Santo en forma de paloma y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto (cf. Mt 3, 16-17). Es el signo que Juan esperaba. ¡Es Él! Jesús es el Mesías.

Juan está desconcertado, porque se ha manifestado de una forma impensable: en medio de los pecadores, bautizado como ellos, es más, por ellos. Pero el Espíritu ilumina a Juan y le hace entender que así se cumple la justicia de Dios, se cumple su diseño de salvación: Jesús es el Mesías, el Rey de Israel, pero no con el poder de este mundo, sino como Cordero de Dios, que toma consigo y quita el pecado del mundo.

Así Juan lo indica a la gente y a sus discípulos. Porque Juan tenía un numeroso círculo de discípulos, que lo habían elegido como guía espiritual, y precisamente algunos de ellos se convertirán en los primeros discípulos de Jesús. Conocemos bien sus nombres: Simón, llamado después Pedro, su hermano Andrés, Santiago y su hermano Juan. Todos pescadores, todos galileos como Jesús.

Queridos hermanos y hermanas: ¿Por qué nos hemos detenido mucho en esta escena? ¡Porque es decisiva! No es una anécdota, es un hecho histórico decisivo. Es decisiva por nuestra fe; es decisiva también por la misión de la Iglesia. La Iglesia, en todos los tiempos, está llamada a hacer lo que hizo Juan el Bautista, indicar a Jesús a la gente diciendo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Él es el único Salvador, Él es el Señor, humilde, en medio de los pecadores.

Y estas son las palabras que nosotros sacerdotes repetimos cada día, durante la misa, cuando presentamos al pueblo el pan y el vino convertidos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este gesto litúrgico representa toda la misión de la Iglesia, la cual no se anuncia a sí misma, la Iglesia anuncia a Cristo, lleva a Cristo. Porque es Él y solo Él quien salva a su pueblo del pecado, lo libera y lo guía a la tierra de la vida y de la libertad.
La Virgen María, Madre del Cordero de Dios, nos ayude a creer en Él y a seguirlo.

martes, 7 de enero de 2020

6 enero de 2020


Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que pusiste en los corazones de los Magos de Oriente el deseo de conocerte y de adorarte, infunde en nuestros corazones esos mismos deseos para que no nos cansemos de buscarte y de querer amarte. Amén.

Del Evangelio Según San Mateo
“Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».
Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y toda Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenia que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: «En Belén de Judea…». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo».
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino”.

Preguntas para rezar con el Evangelio
¿Qué representa la estrella que vieron los Magos y les llevó hasta Jesús?
¿No te parece que en el texto hay dos tipos de personas? ¿En qué se diferencian?
¿Qué defecto te parece que tiene Herodes?
¿Qué les pasa a los sumos sacerdotes y escribas?
¿Nos dice algo a nosotros ahora esa imagen de los Magos adorando a Dios?
Abriendo sus cofres y ofreciendo sus tesoros al Niño Jesús... ¿qué le puedes ofrecer tú a Dios?

Preguntas para el examen personal
¿Piensas que también tiene Dios pensado un plan para ti? ¿Le pides que te lo muestre?
¿Piensas como Herodes que Dios es alguien que quita riqueza, alegría, capacidad de gozar de la vida...?
¿Haces como los sumos sacerdotes y los escribas… sabes lo que tienes que hacer para encontrarte con Dios, pero no lo haces por vergüenza, por pereza…?
¿Quieres ser para otras personas: amigos, familiares, compañeros de clase... como esa estrella que lleva a encontrarse con Jesús?
¿Tienes a lo largo de la semana algún rato de adoración?
¿Le ofreces a Dios lo mejor o dejas para Él lo que te sobra?

Texto para la meditación.
De la Carta del Papa Francisco, Sobre el significado y el valor del Belén: “Cuando se acerca la fiesta de la Epifanía, se colocan en el Nacimiento las tres figuras de los Reyes Magos. Observando la estrella, aquellos sabios y ricos señores de Oriente se habían puesto en camino hacia Belén para conocer a Jesús y ofrecerle dones: oro, incienso y mirra. También estos regalos tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús; el incienso su divinidad; la mirra su santa humanidad que conocerá la muerte y la sepultura.

Contemplando esta escena en el belén, estamos llamados a reflexionar sobre la responsabilidad que cada cristiano tiene de ser evangelizador. Cada uno de nosotros se hace portador de la Buena Noticia con los que encuentra, testimoniando con acciones concretas de misericordia la alegría de haber encontrado a Jesús y su amor.

Los Magos enseñan que se puede comenzar desde muy lejos para llegar a Cristo. Son hombres ricos, sabios extranjeros, sedientos de lo infinito, que parten para un largo y peligroso viaje que los lleva hasta Belén (cf. Mt 2,1-12). Una gran alegría los invade ante el Niño Rey. No se dejan escandalizar por la pobreza del ambiente; no dudan en ponerse de rodillas y adorarlo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con soberana sabiduría el curso de las estrellas, guía el curso de la historia, abajando a los poderosos y exaltando a los humildes. Y ciertamente, llegados a su país, habrán contado este encuentro sorprendente con el Mesías, inaugurando el viaje del Evangelio entre las gentes.

Ante el belén, la mente va espontáneamente a cuando uno era niño y se esperaba con impaciencia el tiempo para empezar a construirlo. Estos recuerdos nos llevan a tomar nuevamente conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe; y al mismo tiempo nos hacen sentir el deber y la alegría de transmitir a los hijos y a los nietos la misma experiencia. No es importante cómo se prepara el pesebre, puede ser siempre igual o modificarse cada año; lo que cuenta es que este hable a nuestra vida. En cualquier lugar y de cualquier manera, el belén habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho niño para decirnos lo cerca que está de todo ser humano, cualquiera que sea su condición.

Queridos hermanos y hermanas: El belén forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe. Comenzando desde la infancia y luego en cada etapa de la vida, nos educa a contemplar a Jesús, a sentir el amor de Dios por nosotros, a sentir y creer que Dios está con nosotros y que nosotros estamos con Él, todos hijos y hermanos gracias a aquel Niño Hijo de Dios y de la Virgen María. Y a sentir que en esto está la felicidad. Que abramos el corazón a esta gracia sencilla, dejemos que del asombro nazca una oración humilde: nuestro “gracias” a Dios, que ha querido compartir todo con nosotros para no dejarnos nunca solos”.

lunes, 9 de diciembre de 2019

Navidad 2019





Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que obraste el milagro de la Encarnación del Hijo de Dios. Danos luz para que sepamos contemplar esta Navidad la grandeza de un Dios que se hace hombre por nosotros. Obra en nosotros el milagro de hacer que seamos dignos hijos de nuestro Padre Dios.

Del Evangelio según San Lucas
"José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada".

Preguntas para entender el Evangelio
¿Cuáles serían los sentimientos de la Virgen en la noche de la Navidad?
¿Cómo manifestaría su cariño la Virgen a Jesús? ¿Qué verbos emplea san Lucas que manifiestan el cariño de la Virgen a Jesús?
¿Qué otra actitud tiene la Virgen ante el nacimiento de su Hijo?
¿Por qué Jesús se hizo hombre?

Preguntas para el examen
¿Sé asombrarme y admirarme ante un Belén? ¿Sé detenerme y contemplar al Dios que se hace hombre?
¿Qué detalles de cariño puedo tener yo con Jesús Niño?
¿Soy consciente de que Dios me pide, como a la Virgen, que lo muestre a los demás? ¿Le pido a la Virgen que me ayude?

Texto del Papa Francisco Carta Admirable signum, sobre el significado y el valor del Belén 
"En la gruta, encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5).
Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.
El nacimiento de un niño suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida. Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas".

martes, 19 de noviembre de 2019

28 TO C 2019


Resultado de imagen de imagen leprosos evangelioOración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, luz que iluminas las almas con la luz de Dios, ilumina mi inteligencia en este rato de oración, ilumíname con la luz de la fe, para que crea y ame a Dios todos los días de mi vida. Amén.

Del evangelio según san Lucas.
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Preguntas que ayudan a entender el evangelio
¿Cuál es el don más importante para Jesús, y que quiere conceder a esas almas? ¿Limpiar sus cuerpos?
¿Qué pasos distingues en ese camino de la fe?
¿Cómo comienza el camino de la fe para esos diez leprosos?
¿Tienen que hacer ellos algo para recibir la curación? ¿Hacen falta obras para que nuestra fe sea una fe viva?
¿Por qué le pide cuentas al leproso que vuelve de la actuación de los otros nueve? ¿Qué relación hay entre mi fe y la fe de la gente que me rodea?
¿Cómo vive su fe el leproso del evangelio una vez curado?

Preguntas para el examen
¿Qué le recomendarías a una persona que no tiene fe?
¿Rezas todos los días?
¿Acudes a Dios pidiéndole imposibles? para ti (como el leproso del evangelio), o para otras personas que ves necesitadas o alejadas de Dios
¿Obras sólo por intereses humanos, o también sabes actuar con fe, sabiendo que a Dios le agradará eso que haces?
¿Te preocupas por la fe de la gente que tienes a tu alrededor? ¿Qué haces en este sentido?
¿Eres agradecido, como corresponde a una persona de fe, que sabe que todo se lo ha dado Dios?

Del Papa Francisco.
Homilía 13 de octubre de 2019
«Tu fe te ha salvado» (Lc 17,19). Es el punto de llegada del evangelio de hoy, que nos muestra el camino de la fe. En este itinerario de fe vemos tres etapas, señaladas por los leprosos curados, que invocancaminan y agradecen.
En primer lugar, invocar… Como esos leprosos, también nosotros necesitamos ser curados, todos. Necesitamos ser sanados de la falta de confianza en nosotros mismos, en la vida, en el futuro; de tantos miedos; de los vicios que nos esclavizan; de tantas cerrazones, dependencias y apegos: al juego, al dinero, a la televisión, al teléfono, al juicio de los demás. El Señor libera y cura el corazón, si lo invocamos, si le decimos: “Señor, yo creo que puedes sanarme; cúrame de mis cerrazones, libérame del mal y del miedo, Jesús”. Los leprosos son los primeros, en este evangelio, en invocar el nombre de Jesús. Después lo harán también un ciego y un malhechor en la cruz: gente necesitada invoca el nombre de Jesús, que significa Dios salva. Llaman a Dios por su nombre, de modo directo, espontáneo. Llamar por el nombre es signo de confianza, y al Señor le gusta. La fe crece así, con la invocación confiada, presentando a Jesús lo que somos, con el corazón abierto, sin esconder nuestras miserias. Invoquemos con confianza cada día el nombre de Jesús: Dios salva. Repitámoslo: es rezar, decir “Jesús” es rezar. La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón.
La segunda palabra es caminar. Es la segunda etapa… Se curan al ir a Jerusalén, es decir, cuando afrontan un camino en subida... La fe hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La fe avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios, con el amor humilde y concreto, con la paciencia cotidiana, invocando a Jesús y siguiendo hacia adelante.
Hay otro aspecto interesante en el camino de los leprosos: una vez curados, nueve se van y sólo uno vuelve a agradecer. Entonces Jesús expresa toda su amargura: «Los otros nueve, ¿dónde están?» (v. 17). Casi parece que pide cuenta de los otros nueve al único que regresó. Es verdad, es nuestra tarea hacernos cargo del que ha dejado de caminar, de quien ha perdido el rumbo: todos nosotros somos protectores de nuestros hermanos alejados. Somos intercesores para ellos, somos responsables de ellos, estamos llamados a responder y preocuparnos por ellos. ¿Quieres crecer en la fe? Tú, que hoy estás aquí, ¿quieres crecer en la fe? Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada.
Invocar, caminar y agradecer: es la última etapaSólo al que agradece Jesús le dice: «Tu fe te ha salvado» (v. 19). No sólo está sano, sino también salvado. Esto nos dice que la meta no es la salud, no es el estar bien, sino el encuentro con Jesús. La salvación no es beber un vaso de agua para estar en forma, es ir a la fuente, que es Jesús. Sólo Él libra del mal y sana el corazón, sólo el encuentro con Él salva, hace la vida plena y hermosa. Cuando encontramos a Jesús, el “gracias” nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida. Y esto es lo más importante de la vida: abrazar al Señor de la vida.
Es hermoso ver que ese hombre sanado, que era un samaritano, expresa la alegría con todo su ser: alaba a Dios a grandes gritos, se postra, agradece (cf. vv. 15-16). El culmen del camino de fe es vivir dando gracias. Podemos preguntarnos: nosotros, que tenemos fe, ¿vivimos la jornada como un peso a soportar o como una alabanza para ofrecer? ¿Permanecemos centrados en nosotros mismos a la espera de pedir la próxima gracia o encontramos nuestra alegría en la acción de gracias? Cuando agradecemos, el Padre se conmueve y derrama sobre nosotros el Espíritu Santo. Agradecer no es cuestión de cortesía, de buenos modales, es cuestión de fe. Un corazón que agradece se mantiene joven. Decir: “Gracias, Señor” al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar es el antídoto al envejecimiento del corazón, porque el corazón envejece y se malacostumbra. Así también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa.


martes, 5 de noviembre de 2019

31 TO 2019



Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que inspiraste la Sagrada Escritura y que vienes a nosotros cada vez que leemos la Palabra de Dios para que esa palabra cambie nuestras vidas. Ayúdanos a escuchar este evangelio y a ponerlo por obra, de tal manera que nos parezcamos más a Jesús, el Hijo de Dios. Amén.


Del santo Evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Preguntas sobre este evangelio

¿Qué es lo que más te sorprende de este evangelio?
¿Se podría resumir diciendo que es la historia de una comida… o la historia de …? ¿Cómo lo resumirías tú?
¿Qué es lo que lleva a convertirse a Zaqueo? ¿No es la confianza que Jesús pone en Él, frente al desprecio del resto de judíos?
¿De quién parte la iniciativa para la conversión de Zaqueo?

Preguntas de examen

¿Juzgo con dureza a las personas que no piensan como yo?
¿Critico a las espaldas defectos y errores de los demás?
¿Me burlo de los defectos de las personas?
¿Pienso que cada chico o chica, hombre o mujer es hijo o hija de Dios?
¿Me ejercito en ver lo positivo de cada persona?
¿Procuro mirarles con los ojos de Dios, con los ojos de la Virgen María, con mirada misericordiosa?

Texto para la reflexión

Del Papa Francisco (Ángelus 30 de octubre de 2016)
El pueblo ve en Zaqueo a un hombre despreciable, que se ha enriquecido a costa de los demás. Y si Jesús hubiese dicho: «¡Baja, tú, explotador, traidor del pueblo! ¡Ven a hablar! ¡voy a arreglar las cuentas contigo!». Seguramente el pueblo le hubiese aplaudido. En cambio, comenzaron a murmurar: «Jesús va a la casa de él, del pecador, del explotador».
Pero Jesús, guiado por la misericordia, lo buscaba precisamente a él. Y cuando entra en la casa de Zaqueo dice: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios. ¡Y esto es importante! Debemos aprenderlo. La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro. Jesús miró el corazón herido de este hombre: herido por el pecado de la codicia, de muchas cosas malas que había hecho este Zaqueo. Mira el corazón herido y va allí.
A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. No existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para sacarla del mal.
Que la Virgen María nos ayude a ver lo bueno que hay en las personas que encontramos cada día, a fin de que todos sean alentados en hacer emerger la imagen de Dios grabada en su corazón. Y así podemos alegrarnos por las sorpresas de la misericordia de Dios. Nuestro Dios, que es el Dios de las sorpresas.

martes, 1 de octubre de 2019

26 TO C 2019


Resultado de imagen de imagen rico epulonOración al Espíritu Santo: Espíritu Santo, que con tus siete dones haces que nos parezcamos más a Jesucristo. Hoy te pido tu don de caridad. Sólo con tu ayuda podrán interesarme las cosas de los demás como si fuesen mías.

Del Evangelio según San Lucas (Lc 16, 19-31) En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Preguntas para entender el Evangelio:
¿Qué defecto detectas en el rico de la parábola? ¿Es poco inteligente, es perezoso…?
¿Serías capaz de pensar en un ejemplo así en nuestros días?
¿Piensas que el rico de la parábola llegaría a esa situación de la noche a la mañana?
¿Qué recomendarías a una persona así para cambiar?

Preguntas para el examen:
¿Detecto que, también a mí, hay cosas que me absorben la atención y me llevan a ver a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis compañeros como un estorbo? ¿Qué cosas son? ¿Lucho para que no sea así?
¿Suelo mantener una conversación mientras como?
¿Hago algo cuando mis padres, mis compañeros están enfermos?
¿Dejo que mis padres me encarguen tareas de casa?

Oración final
Señor, ayúdame a poner en primer lugar, en mi vida, a las personas que me rodean. Como veo que Tú haces en el Evangelio: nunca realizas un milagro para tu beneficio... Que recuerde siempre esta frase del Papa Francisco: “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.