Oración al Espíritu
Santo
Espíritu Santo, luz Santísima que limpias lo que está
manchado en nuestras almas, infunde en nuestros corazones el deseo de tener el
alma limpia y ayúdanos a luchar para evitar lo que mancha el alma. Amén
Del Evangelio según
San Lucas
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de
Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor,
de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será
consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor:
«un par de tórtolas o dos pichones.»
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre
justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo
moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la
muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al
templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir
con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios
diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en
paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos
los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía
del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste
está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una
bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti,
una espada te traspasará el alma»
Preguntas para meditar
el Evangelio
¿Qué hacían la Virgen y San José en el Templo de Jerusalén?
¿Por qué…, si la Virgen era Inmaculada y el Niño era el Hijo
de Dios? ¿Qué sentido tiene?
¿Cuánta gente habría en ese momento en el Templo de Jerusalén?
¿Cuántos se dan cuenta de que es el Mesías, el Hijo de Dios?
¿Qué dice del Niño el anciano Simeón?
Preguntas para el
examen
Si me cuesta por vergüenza, por pereza, o porque tengo poca
fe pedir perdón a Dios en el Sacramento de la Confesión… ¿acudo a la Virgen
para que me ayude a pedirle a Dios que limpie mi alma?
¿Acudo a la Virgen para que me ayude a ofrecerle a Dios eso
que veo que me pide, pero que me cuesta darle?
¿Me pongo en las manos de la Virgen para que Ella me ayude a
ir al Cielo? ¿Rezo de vez en cuando alguna oración de Consagración a la Virgen?
¿Le pido al Espíritu Santo que me ayude a ver a Dios en el
estudio, en el deporte, con los amigos, en la calle…?
¿Le pido a Jesús luz para tomar las decisiones importantes
de mi vida? ¿Le pido su luz… que de sentido a una enfermedad, al fallecimiento
de un familiar… a una mala noticia o a una contradicción?
Texto para la Oración
De una Consagración a la Virgen del Papa Juan Pablo II
Virgen María, Madre mía, me consagro a ti y confío en tus
manos toda mi existencia.
Acepta mi pasado con todo lo que fue, acepta mi presente con
todo lo que es, acepta mi futuro con todo lo que será.
Con esta total consagración te confío cuanto tengo y cuanto
soy, todo lo que he recibido de Dios.
Te confío mi inteligencia, mi voluntad, mi corazón.
Deposito en tus manos mi libertad; mis ansias y mis temores;
mis esperanzas y mis deseos; mis tristezas y mis alegrías.
Custodia mi vida y todos mis actos para que le sea más fiel
al Señor y con tu ayuda alcance la Salvación.
Te confío ¡Oh María!, mi cuerpo y mis sentidos para que se
conserven puros y me ayuden en el ejercicio de las virtudes.
Te confío mi alma para que Tú la preserves del mal.
Hazme partícipe de una santidad igual a la tuya; hazme
conforme a Cristo, ideal de mi vida.
Te confío mi entusiasmo y el ardor de mi juventud, para que
tu me ayudes a no envejecer en la fe.
Te confío mi capacidad y deseos de amar; enséñame y ayúdame
a amar como Tú has amado, y como Jesús quiere que se ame.
Te confío mis incertidumbres y angustias, para que en tu
corazón yo encuentre seguridad, sostén y luz, en cada instante de mi vida.
Con esta consagración me comprometo a imitar tu vida.
Acepto las renuncias y sacrificios que esta elección
comporta, y te prometo, con la gracia de Dios y con Tu ayuda, ser fiel al
compromiso asumido,
¡Oh María!, soberana de mi vida y de mi conducta, dispón de mí,
y de todo lo que me pertenece, para que camine siempre junto al Señor bajo tu
mirada de Madre.
¡Oh María!
Soy todo tuyo y todo lo que poseo te pertenece ahora y
siempre.
¡Amén!
No hay comentarios:
Publicar un comentario