Oración al Espíritu
Santo
Espíritu Santo que inspiraste la Sagrada Escritura y que
vienes a nosotros cada vez que leemos la Palabra de Dios para que esa palabra
cambie nuestras vidas. Ayúdanos a escuchar este evangelio y a ponerlo por obra,
de tal manera que nos parezcamos más a Jesús, el Hijo de Dios. Amén.
Del santo Evangelio
según san Lucas:
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la
ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba
de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era
pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo,
porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo,
date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a
hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira,
Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a
alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues
también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y
a salvar lo que estaba perdido».
Preguntas sobre este
evangelio
¿Qué es lo que más te sorprende de este evangelio?
¿Se podría resumir diciendo que es la historia de una comida…
o la historia de …? ¿Cómo lo resumirías tú?
¿Qué es lo que lleva a convertirse a Zaqueo? ¿No es la
confianza que Jesús pone en Él, frente al desprecio del resto de judíos?
¿De quién parte la iniciativa para la conversión de Zaqueo?
Preguntas de examen
¿Juzgo con dureza a las personas que no piensan como yo?
¿Critico a las espaldas defectos y errores de los demás?
¿Me burlo de los defectos de las personas?
¿Pienso que cada chico o chica, hombre o mujer es hijo o
hija de Dios?
¿Me ejercito en ver lo positivo de cada persona?
¿Procuro mirarles con los ojos de Dios, con los ojos de la
Virgen María, con mirada misericordiosa?
Texto para la reflexión
Del Papa Francisco (Ángelus 30 de octubre de 2016)
El pueblo ve en Zaqueo a un hombre despreciable, que se ha
enriquecido a costa de los demás. Y si Jesús hubiese dicho: «¡Baja, tú,
explotador, traidor del pueblo! ¡Ven a hablar! ¡voy a arreglar las cuentas
contigo!». Seguramente el pueblo le hubiese aplaudido. En cambio, comenzaron a
murmurar: «Jesús va a la casa de él, del pecador, del explotador».
Pero Jesús, guiado por la misericordia, lo buscaba
precisamente a él. Y cuando entra en la casa de Zaqueo dice: «Hoy ha sido la
salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo
del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (vv. 9-10). La
mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios. ¡Y esto es
importante! Debemos aprenderlo. La mirada de Jesús va más allá de los pecados y
los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el
mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro. Jesús miró el corazón herido de
este hombre: herido por el pecado de la codicia, de muchas cosas malas que
había hecho este Zaqueo. Mira el corazón herido y va allí.
A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador
riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de
Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su
valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus
errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el
corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en
sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y
cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado,
sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. No
existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para
sacarla del mal.
Que la Virgen María nos ayude a ver lo bueno que hay en las
personas que encontramos cada día, a fin de que todos sean alentados en hacer
emerger la imagen de Dios grabada en su corazón. Y así podemos alegrarnos por
las sorpresas de la misericordia de Dios. Nuestro Dios, que es el Dios de las
sorpresas.
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