lunes, 9 de diciembre de 2019

Navidad 2019





Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que obraste el milagro de la Encarnación del Hijo de Dios. Danos luz para que sepamos contemplar esta Navidad la grandeza de un Dios que se hace hombre por nosotros. Obra en nosotros el milagro de hacer que seamos dignos hijos de nuestro Padre Dios.

Del Evangelio según San Lucas
"José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada".

Preguntas para entender el Evangelio
¿Cuáles serían los sentimientos de la Virgen en la noche de la Navidad?
¿Cómo manifestaría su cariño la Virgen a Jesús? ¿Qué verbos emplea san Lucas que manifiestan el cariño de la Virgen a Jesús?
¿Qué otra actitud tiene la Virgen ante el nacimiento de su Hijo?
¿Por qué Jesús se hizo hombre?

Preguntas para el examen
¿Sé asombrarme y admirarme ante un Belén? ¿Sé detenerme y contemplar al Dios que se hace hombre?
¿Qué detalles de cariño puedo tener yo con Jesús Niño?
¿Soy consciente de que Dios me pide, como a la Virgen, que lo muestre a los demás? ¿Le pido a la Virgen que me ayude?

Texto del Papa Francisco Carta Admirable signum, sobre el significado y el valor del Belén 
"En la gruta, encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5).
Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.
El nacimiento de un niño suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida. Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas".

martes, 19 de noviembre de 2019

28 TO C 2019


Resultado de imagen de imagen leprosos evangelioOración al Espíritu Santo
Espíritu Santo, luz que iluminas las almas con la luz de Dios, ilumina mi inteligencia en este rato de oración, ilumíname con la luz de la fe, para que crea y ame a Dios todos los días de mi vida. Amén.

Del evangelio según san Lucas.
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».

Preguntas que ayudan a entender el evangelio
¿Cuál es el don más importante para Jesús, y que quiere conceder a esas almas? ¿Limpiar sus cuerpos?
¿Qué pasos distingues en ese camino de la fe?
¿Cómo comienza el camino de la fe para esos diez leprosos?
¿Tienen que hacer ellos algo para recibir la curación? ¿Hacen falta obras para que nuestra fe sea una fe viva?
¿Por qué le pide cuentas al leproso que vuelve de la actuación de los otros nueve? ¿Qué relación hay entre mi fe y la fe de la gente que me rodea?
¿Cómo vive su fe el leproso del evangelio una vez curado?

Preguntas para el examen
¿Qué le recomendarías a una persona que no tiene fe?
¿Rezas todos los días?
¿Acudes a Dios pidiéndole imposibles? para ti (como el leproso del evangelio), o para otras personas que ves necesitadas o alejadas de Dios
¿Obras sólo por intereses humanos, o también sabes actuar con fe, sabiendo que a Dios le agradará eso que haces?
¿Te preocupas por la fe de la gente que tienes a tu alrededor? ¿Qué haces en este sentido?
¿Eres agradecido, como corresponde a una persona de fe, que sabe que todo se lo ha dado Dios?

Del Papa Francisco.
Homilía 13 de octubre de 2019
«Tu fe te ha salvado» (Lc 17,19). Es el punto de llegada del evangelio de hoy, que nos muestra el camino de la fe. En este itinerario de fe vemos tres etapas, señaladas por los leprosos curados, que invocancaminan y agradecen.
En primer lugar, invocar… Como esos leprosos, también nosotros necesitamos ser curados, todos. Necesitamos ser sanados de la falta de confianza en nosotros mismos, en la vida, en el futuro; de tantos miedos; de los vicios que nos esclavizan; de tantas cerrazones, dependencias y apegos: al juego, al dinero, a la televisión, al teléfono, al juicio de los demás. El Señor libera y cura el corazón, si lo invocamos, si le decimos: “Señor, yo creo que puedes sanarme; cúrame de mis cerrazones, libérame del mal y del miedo, Jesús”. Los leprosos son los primeros, en este evangelio, en invocar el nombre de Jesús. Después lo harán también un ciego y un malhechor en la cruz: gente necesitada invoca el nombre de Jesús, que significa Dios salva. Llaman a Dios por su nombre, de modo directo, espontáneo. Llamar por el nombre es signo de confianza, y al Señor le gusta. La fe crece así, con la invocación confiada, presentando a Jesús lo que somos, con el corazón abierto, sin esconder nuestras miserias. Invoquemos con confianza cada día el nombre de Jesús: Dios salva. Repitámoslo: es rezar, decir “Jesús” es rezar. La oración es la puerta de la fe, la oración es la medicina del corazón.
La segunda palabra es caminar. Es la segunda etapa… Se curan al ir a Jerusalén, es decir, cuando afrontan un camino en subida... La fe hace milagros si salimos de nuestras certezas acomodadas, si dejamos nuestros puertos seguros, nuestros nidos confortables. La fe avanza cuando vamos equipados de la confianza en Dios, con el amor humilde y concreto, con la paciencia cotidiana, invocando a Jesús y siguiendo hacia adelante.
Hay otro aspecto interesante en el camino de los leprosos: una vez curados, nueve se van y sólo uno vuelve a agradecer. Entonces Jesús expresa toda su amargura: «Los otros nueve, ¿dónde están?» (v. 17). Casi parece que pide cuenta de los otros nueve al único que regresó. Es verdad, es nuestra tarea hacernos cargo del que ha dejado de caminar, de quien ha perdido el rumbo: todos nosotros somos protectores de nuestros hermanos alejados. Somos intercesores para ellos, somos responsables de ellos, estamos llamados a responder y preocuparnos por ellos. ¿Quieres crecer en la fe? Tú, que hoy estás aquí, ¿quieres crecer en la fe? Hazte cargo de un hermano alejado, de una hermana alejada.
Invocar, caminar y agradecer: es la última etapaSólo al que agradece Jesús le dice: «Tu fe te ha salvado» (v. 19). No sólo está sano, sino también salvado. Esto nos dice que la meta no es la salud, no es el estar bien, sino el encuentro con Jesús. La salvación no es beber un vaso de agua para estar en forma, es ir a la fuente, que es Jesús. Sólo Él libra del mal y sana el corazón, sólo el encuentro con Él salva, hace la vida plena y hermosa. Cuando encontramos a Jesús, el “gracias” nace espontáneo, porque se descubre lo más importante de la vida, que no es recibir una gracia o resolver un problema, sino abrazar al Señor de la vida. Y esto es lo más importante de la vida: abrazar al Señor de la vida.
Es hermoso ver que ese hombre sanado, que era un samaritano, expresa la alegría con todo su ser: alaba a Dios a grandes gritos, se postra, agradece (cf. vv. 15-16). El culmen del camino de fe es vivir dando gracias. Podemos preguntarnos: nosotros, que tenemos fe, ¿vivimos la jornada como un peso a soportar o como una alabanza para ofrecer? ¿Permanecemos centrados en nosotros mismos a la espera de pedir la próxima gracia o encontramos nuestra alegría en la acción de gracias? Cuando agradecemos, el Padre se conmueve y derrama sobre nosotros el Espíritu Santo. Agradecer no es cuestión de cortesía, de buenos modales, es cuestión de fe. Un corazón que agradece se mantiene joven. Decir: “Gracias, Señor” al despertarnos, durante el día, antes de irnos a descansar es el antídoto al envejecimiento del corazón, porque el corazón envejece y se malacostumbra. Así también en la familia, entre los esposos: acordarse de decir gracias. Gracias es la palabra más sencilla y beneficiosa.


martes, 5 de noviembre de 2019

31 TO 2019



Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que inspiraste la Sagrada Escritura y que vienes a nosotros cada vez que leemos la Palabra de Dios para que esa palabra cambie nuestras vidas. Ayúdanos a escuchar este evangelio y a ponerlo por obra, de tal manera que nos parezcamos más a Jesús, el Hijo de Dios. Amén.


Del santo Evangelio según san Lucas:

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Preguntas sobre este evangelio

¿Qué es lo que más te sorprende de este evangelio?
¿Se podría resumir diciendo que es la historia de una comida… o la historia de …? ¿Cómo lo resumirías tú?
¿Qué es lo que lleva a convertirse a Zaqueo? ¿No es la confianza que Jesús pone en Él, frente al desprecio del resto de judíos?
¿De quién parte la iniciativa para la conversión de Zaqueo?

Preguntas de examen

¿Juzgo con dureza a las personas que no piensan como yo?
¿Critico a las espaldas defectos y errores de los demás?
¿Me burlo de los defectos de las personas?
¿Pienso que cada chico o chica, hombre o mujer es hijo o hija de Dios?
¿Me ejercito en ver lo positivo de cada persona?
¿Procuro mirarles con los ojos de Dios, con los ojos de la Virgen María, con mirada misericordiosa?

Texto para la reflexión

Del Papa Francisco (Ángelus 30 de octubre de 2016)
El pueblo ve en Zaqueo a un hombre despreciable, que se ha enriquecido a costa de los demás. Y si Jesús hubiese dicho: «¡Baja, tú, explotador, traidor del pueblo! ¡Ven a hablar! ¡voy a arreglar las cuentas contigo!». Seguramente el pueblo le hubiese aplaudido. En cambio, comenzaron a murmurar: «Jesús va a la casa de él, del pecador, del explotador».
Pero Jesús, guiado por la misericordia, lo buscaba precisamente a él. Y cuando entra en la casa de Zaqueo dice: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (vv. 9-10). La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios. ¡Y esto es importante! Debemos aprenderlo. La mirada de Jesús va más allá de los pecados y los prejuicios; mira a la persona con los ojos de Dios, que no se queda en el mal pasado, sino que vislumbra el bien futuro. Jesús miró el corazón herido de este hombre: herido por el pecado de la codicia, de muchas cosas malas que había hecho este Zaqueo. Mira el corazón herido y va allí.
A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador riñendo, reprochando sus errores y su comportamiento injusto. La actitud de Jesús con Zaqueo nos indica otro camino: el de mostrar a quien se equivoca su valor, ese valor que Dios sigue viendo a pesar de todo, a pesar de todos sus errores. Esto puede provocar una sorpresa positiva, que causa ternura en el corazón e impulsa a la persona a sacar hacia fuera todo lo bueno que tiene en sí mismo. El gesto de dar confianza a las personas es lo que las hace crecer y cambiar. Así se comporta Dios con todos nosotros: no lo detiene nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien. No existe una persona que no tenga algo bueno. Y esto es lo que mira Dios para sacarla del mal.
Que la Virgen María nos ayude a ver lo bueno que hay en las personas que encontramos cada día, a fin de que todos sean alentados en hacer emerger la imagen de Dios grabada en su corazón. Y así podemos alegrarnos por las sorpresas de la misericordia de Dios. Nuestro Dios, que es el Dios de las sorpresas.

martes, 1 de octubre de 2019

26 TO C 2019


Resultado de imagen de imagen rico epulonOración al Espíritu Santo: Espíritu Santo, que con tus siete dones haces que nos parezcamos más a Jesucristo. Hoy te pido tu don de caridad. Sólo con tu ayuda podrán interesarme las cosas de los demás como si fuesen mías.

Del Evangelio según San Lucas (Lc 16, 19-31) En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”.
Pero Abrahán le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros”.
Él dijo: “Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento”.
Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen”.
Pero él le dijo: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán”.
Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto”».

Preguntas para entender el Evangelio:
¿Qué defecto detectas en el rico de la parábola? ¿Es poco inteligente, es perezoso…?
¿Serías capaz de pensar en un ejemplo así en nuestros días?
¿Piensas que el rico de la parábola llegaría a esa situación de la noche a la mañana?
¿Qué recomendarías a una persona así para cambiar?

Preguntas para el examen:
¿Detecto que, también a mí, hay cosas que me absorben la atención y me llevan a ver a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, a mis compañeros como un estorbo? ¿Qué cosas son? ¿Lucho para que no sea así?
¿Suelo mantener una conversación mientras como?
¿Hago algo cuando mis padres, mis compañeros están enfermos?
¿Dejo que mis padres me encarguen tareas de casa?

Oración final
Señor, ayúdame a poner en primer lugar, en mi vida, a las personas que me rodean. Como veo que Tú haces en el Evangelio: nunca realizas un milagro para tu beneficio... Que recuerde siempre esta frase del Papa Francisco: “quien no vive para servir, no sirve para vivir”.

jueves, 19 de septiembre de 2019

25 to C 2019


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Oración introductoria
Ven Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento para entender la Palabra de Dios que a continuación voy a escuchar. Ayúdame a que esta Palabra cambie aunque sólo sea un poco mi vida y me parezca más a Jesús. Amén.

Del Evangelio según San Lucas (16, 1-13)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando”.
El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”. Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él contestó: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”.
Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».

Preguntas que pueden ayudarte a entender el evangelio
¿Qué dirías que tiene enfermo el administrador de la parábola: la inteligencia, la voluntad...?
¿Qué defecto principal tiene el administrador de la parábola?
¿Podría pensar en alguna persona con ese defecto?
¿Qué consejos piensas que da Jesús curar esa enfermedad del alma?

Preguntas de examen
¿Soy honrado en mi trabajo o me dejo llevar por las pérdidas de tiempo, por la chapuza, por el engaño?
¿Estoy solo con las personas que me caen bien, con las que me divierto?
¿Procuro visitar a personas enfermas, con discapacidad, ancianas?
¿Soy fiel en mis pequeñas oraciones diarias a Dios?

Oración final
Señor, dame un corazón grande. Capaz de darlo a los demás. Ayúdame a alejarme del egoísmo.
Oración del Papa Francisco:  Oh Dios, crea en nosotros un corazón generoso y fiel, para que te sirvamos siempre con fidelidad y pureza de espíritu. Nosotros solos no somos capaces de alcanzar un corazón así, sólo Dios puede hacerlo, y por eso lo pedimos en la oración, lo imploramos a Él como don, como «creación» suya. Amén