Oración al Espíritu Santo
Espíritu Santo que obraste el milagro de la Encarnación del Hijo de Dios. Danos luz para que sepamos contemplar esta Navidad la grandeza de un Dios que se hace hombre por nosotros. Obra en nosotros el milagro de hacer que seamos dignos hijos de nuestro Padre Dios.
Del Evangelio según San Lucas
"José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada".
Preguntas para entender el Evangelio
¿Cuáles serían los sentimientos de la Virgen en la noche de la Navidad?
¿Cómo manifestaría su cariño la Virgen a Jesús? ¿Qué verbos emplea san Lucas que manifiestan el cariño de la Virgen a Jesús?
¿Qué otra actitud tiene la Virgen ante el nacimiento de su Hijo?
¿Por qué Jesús se hizo hombre?
Preguntas para el examen
¿Sé asombrarme y admirarme ante un Belén? ¿Sé detenerme y contemplar al Dios que se hace hombre?
¿Qué detalles de cariño puedo tener yo con Jesús Niño?
¿Soy consciente de que Dios me pide, como a la Virgen, que lo muestre a los demás? ¿Le pido a la Virgen que me ayude?
Texto del Papa Francisco Carta Admirable signum, sobre el significado y el valor del Belén
"En la gruta, encontramos las figuras de María y de José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Su imagen hace pensar en el gran misterio que ha envuelto a esta joven cuando Dios ha llamado a la puerta de su corazón inmaculado. Ante el anuncio del ángel, que le pedía que fuera la madre de Dios, María respondió con obediencia plena y total. Sus palabras: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38), son para todos nosotros el testimonio del abandono en la fe a la voluntad de Dios. Con aquel “sí”, María se convertía en la madre del Hijo de Dios sin perder su virginidad, antes bien consagrándola gracias a Él. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (cf. Jn 2,5).
Junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre, está san José. Por lo general, se representa con el bastón en la mano y, a veces, también sosteniendo una lámpara. San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. José llevaba en su corazón el gran misterio que envolvía a Jesús y a María su esposa, y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
El corazón del pesebre comienza a palpitar cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús. Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma. Parece imposible, pero es así: en Jesús, Dios ha sido un niño y en esta condición ha querido revelar la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa y en el tender sus manos hacia todos.
El nacimiento de un niño suscita alegría y asombro, porque nos pone ante el gran misterio de la vida. Viendo brillar los ojos de los jóvenes esposos ante su hijo recién nacido, entendemos los sentimientos de María y José que, mirando al niño Jesús, percibían la presencia de Dios en sus vidas".